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11.28.2005

Ablación: 3 Millones por año.



Unicef publicó ayer un informe en que revela que tres millones de niñas son sometidas cada año a mutilación genital. La ablación es un ritual, que realizan las familias en privado, bajo la creencia de que permite realzar la belleza, el honor, el estatus social y las posibilidades de matrimonio de las mujeres.

Unicef cita veintiocho países donde se practica la mutilación genital de las muchachas el número total de afectadas se eleva a unos 130 millones.

Si anteriormente se calculaba en dos millones la cifra anual de ablaciones, hoy se cree que se aproxima a los tres millones, lo que no significa que haya aumentado mientras tanto el número de operaciones de ese tipo, sino que ha mejorado la recogida de datos. "Es posible un cambio real y duradero", afirma Marta Santos Pais, directora del centro de investigaciones Innocenti, de UNICEF, que ha publicado el informe.

Según Santos, "todo eso cambiará cuando las comunidades - los adolescentes de ambos sexos, hombres y mujeres- sean capaces de decidir ellos mismos sobre la base de conocimientos reales" sobre el modo en que esa práctica afecta negativamente al estado de salud de quien la sufre.

La ablación o mutilación genital femenina comprende una serie de prácticas consistentes en la extirpación total o parcial de los genitales externos de las niñas. Entre otras consecuencias, las niñas mutiladas padecerán durante toda su vida problemas de salud irreversibles.

Además de ser dolorosa, la ablación puede desembocar en una sangría prolongada, infección, infertilidad y aun muerte de la muchacha, señala el trabajo.

Muchas niñas y mujeres la soportan en silencio y, dado el carácter privado de esa práctica, es imposible calcular cuántas son sus víctimas mortales.

Los motivos por los que se practica la ablación son múltiples:

Sexuales: a fin de controlar o mitigar la sexualidad femenina.

Sociológicos: se practica, por ejemplo, como rito de iniciación de las niñas a la edad adulta o en aras de la integración social y el mantenimiento de la cohesión social.

De higiene y estéticos: porque se cree que los genitales femeninos son sucios y antiestéticos.

De salud: porque se cree que aumenta la fertilidad y hace el parto más seguro.

Religiosos: debido a la creencia errónea de que la ablación genital femenina es un precepto religioso. La ablación se practica principalmente a niñas y adolescentes de entre 4 y 14 años. No obstante, en algunos países la ablación genital femenina se practica a niñas menores de 1 año, como por ejemplo, en Eritrea y Malí, donde la práctica afecta, respectivamente, a un 44 y un 29% de estas niñas.

Las personas que practican la ablación genital femenina son generalmente comadronas tradicionales o parteras profesionales. La ablación genital femenina es un servicio muy valorado y muy bien remunerado económicamente, por lo que es fácil inferir que el prestigio en la comunidad y los ingresos de estas personas puedan estar directamente ligados a la práctica efectiva de la intervención.

La ablación genital femenina constituye una violación fundamental de los derechos de las niñas. Es una práctica discriminatoria que vulnera el derecho a la igualdad de oportunidades, a la salud, a la lucha contra la violencia, el daño, el maltrato, la tortura y el trato cruel, inhumano y degradante; el derecho a la protección frente a prácticas tradicionales peligrosas y el derecho a decidir acerca de la propia reproducción. Estos derechos están protegidos por el Derecho internacional.

La ablación genital femenina causa daños irreparables. Puede acarrear la muerte de la niña por colapso hemorrágico o por colapso neurogénico debido al intenso dolor y el traumatismo, así como infecciones agudas y septicemia. Muchas niñas entran en un estado de colapso inducido por el intenso dolor, el trauma psicológico y el agotamiento a causa de los gritos.

Otros efectos pueden ser una mala cicatrización; la formación de abscesos y quistes;
un crecimiento excesivo del tejido cicatrizante; infecciones del tracto urinario; coitos dolorosos; el aumento de la susceptibilidad al contagio del VIH/SIDA, la hepatitis y otras enfermedades de la sangre; infecciones del aparato reproductor; enfermedades inflamatorias de la región pélvica; infertilidad; menstruaciones dolorosas; obstrucción crónica del tracto urinario o piedras en la vejiga; incontinencia urinaria; partos difíciles; y un incremento del riesgo de sufrir hemorragias e infecciones durante el parto.

Mayor esfuerzo económico

El informe examina algunas de las estrategias que están ayudando ya a las comunidades a abandonar esa uso como las iniciativas que apoya la UNICEF en Egipto y que están destinadas a estimular el debate abierto sobre esa cuestión. La participación en ese debate de líderes de opinión, entre ellos los líderes tradicionales o religiosos, puede desempeñar un papel decisivo a la hora de fomentar la discusión, señalan los autores del informe.

Hay que formar a personal sanitario, a curanderos tradicionales, a trabajadores sociales y maestros para que desaconsejen ese tipo de prácticas, agregan.

La ablación es además una preocupación global pues afecta también, aunque en distinto grado, a mujeres que viven en el seno de grupos inmigrantes en los países ricos.

La eliminación de la mutilación genital femenina a gran escala requerirá mayores esfuerzos que hasta ahora por parte de los gobiernos, de la sociedad civil y de la comunidad internacional, explica también el informe.

Hay ya leyes que la prohíben en algunos países africanos y de Oriente Medio, así como en aquellos otros en los que esa práctica afecta a las comunidades inmigrantes: entre ellos, Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Estados Unidos y algunos europeos